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Formación

 

No es lo mismo oír que escuchar. Oír es sólo percibir el sonido, mientras que escuchar significa convertir lo que oyes en mensajes significativos.

 

Suele haber mucho ruido a nuestro alrededor durante el día. Por eso, distinguir lo que oyes de lo que realmente requiere tu atención puede marcar una gran diferencia en tu trabajo.

 

Escuchar no es algo cono lo que se nazca. Sin embargo, en muchos casos es posible desarrollar esa habilidad practicando la escucha reflexiva.

 

La escucha reflexiva requiere que reflexiones las palabras y sentimientos que alguien comparte contigo. Es la diferencia entre asentir con cortesía cuando alguien te habla de todo el trabajo que tiene y considerar verdaderamente lo que te está transmitiendo.

 

Esto es crucial para los puestos directivos, pero es importante en todos los niveles. Entender realmente lo que los miembros de tu equipo, clientes, consumidores y proveedores están diciendo puede ayudarte a que el trabajo funcione mejor para todos.

 

La escucha reflexiva también puede ayudarte a dar una mejor retroalimentación o feedback. Cuando comprendes los problemas de alguien, es más fácil transmitir una crítica constructiva.

 

Crear premeditadamente situaciones que te den la oportunidad de hablar con tu equipo acerca de sus desafíos puede ayudarte a eliminar conjeturas y malentendidos. Programar reuniones también te permitirá abordar posibles problemas antes de que ocurran realmente.

 

Si no estás naturalmente inclinado a prestar mucha atención a lo que la gente quiere transmitirte, hay maneras de hacer funcionar la escucha reflexiva.