Elegir el nombre de tu marca o producto puede resultar abrumador. Sin embargo es un proceso importante que no deberías descuidar. El nombre es la primera oportunidad que tienes de contar tu historia y de diferenciar tu marca de la competencia. En un mercado saturado de marcas, eso no tiene precio.
Para elegir un buen nombre, debes conocer las 3 categorías dentro en las que se ubican la mayoría de lo nombres de marcas, productos o servicios:
Literal
Los nombres literales describen la funcionalidad o la calidad tangible de una marca, producto o servicio, como «Abarrotes Lulú».
Metafórico
Los nombres metafóricos ayudan a la gente a pensar en una marca o producto de un modo que va mas allá de su propósito cotidiano, como «YouTube».
Imaginativo
Los nombres imaginativos no desfibren las funcionalidades de la marca o el producto. Están pensados para que la marca construya una identidad o una historia desde cero, como «Impactar», una marca de computadoras hechas de piezas de cohetes en desuso.
Los nombres imaginativos o metafóricos ayudan a construir una identidad, lo cual es útil para una nueva marca que quiera destacarse, pero requiere de mucho tiempo y/o marketing hasta establecerse. Las marcas establecidas normalmente eligen nombres literales para sus productos, porque la historia de la marca ya es conocida.
¿Estás listo para pensar en un nombre? Es necesario tomar algunos pasos preliminares para poder enfocarte en tu búsqueda. Ya sea que pienses en un nombre a nivel interno con tu equipo o contrates a una agencia de branding, es importante conocer el proceso. Empieza por analizar el mercado y ver en qué se parece tu producto o marca a la competencia.
Si hay cosas similares, ¿eso es bueno o malo? Un nombre imaginativo puede ser una forma genial de diferenciarte pero, a veces, es útil subrayar las similitudes y elegir un nombre literal que describa rápidamente tus servicios.
Conoce tu mercado pero el hecho de que operes en un mercado determinado no supone que sólo debas tomar opciones de ese campo. Puedes encontrar inspiración en libros, programas de TV y revistas.
No hay una sola forma correcta de encontrar un nombre, pero hay práctica común que puedes probar. Reúne a 5 o 7 colegas y amigos para una tormenta de ideas de 15 minutos. Algunos deben conocer tu producto y otros no. Habla de lo que hace el producto, de la historia que quieres contar y de las emociones que quieres despertar.
Ahora, crea una planilla y asígnales 20 minutos para escribir cualquier nombre que se les ocurra que esté relacionado con la conversación. Hay que enfocarse en la cantidad, no en la calidad (repite estas sesiones hasta que sientas que tienes suficientes opciones sólidas).
Que los participantes marquen sus opciones favoritas y pasen 15 minutos discutiendo los pro y los contra de los nombres elegidos. Ahora que tienes varios nombres posibles, empieza el proceso de eliminación. Realiza focus groups con tu público objetivo. Estos tienen más que ver con estudiar la sensación general de la gente con respecto a los nombres que has pensado, que con elegir el nombre definitivo.
Una vez que hayas reducido la lista a unos 25 nombres, haz una búsqueda en Google y una búsqueda de marcas registradas. Así, te aseguras de que el nombre que has elegido no esté legalmente registrado y verificas que no tenga connotaciones negativas en otros idiomas. Si no eres quien toma las decisiones, presenta los nombres posibles a los accionistas. Habla de la idea detrás de cada nombre y elige tus opciones de preferidas para el caso de que te pidan una opinión.
El nombre perfecto no existe y la mayoría de las veces no sabrás si funciona hasta que veas las reacciones de tus clientes. Pero, al haber pasado por este proceso, tendrás una mejor chance de encontrar un nombre que sea ideal para tu marca o tu producto.